San Bernabé nació en Chipre, fue un judío descendiente de la tribu de Leví. Fue “un buen hombre, lleno de fe y del Espíritu Santo” (Hechos 11:24). Aunque no fue escogido entre los doce apóstoles probablemente fue uno de los setenta discípulos mencionados en los Evangelios. Fue un apóstol del cristianismo, compañero en la primera campaña misionera de San Pablo; fue elegido para la obra evangelizadora de Antioquía. Se afirma que fue el autor de la Epístola a los Hebreos y de la Epístola de Bernabé (este último no considerado dentro de las Sagradas Escrituras).
La tradición señala que San Bernabé murió lapidado hacia el año 70 en Salamina, por mano de los judíos de la diáspora. Lo más probable es que haya muerto alrededor del año 60 o 61 pues en dicha fecha San Marcos, sobrino y compañero del segundo viaje apostólico de San Bernabé, inicia su acompañamiento al apóstol San Pablo, perdiéndose todo rastro del Santo Patrón de la vitivinicultura moqueguana.

¿QUÉ SE SABE DE LA FESTIVIDAD A SAN BERNABÉ?
No se conoce con exactitud la fecha en que se dio inicio al culto a San Bernabé, sabemos que este se presentó tempranamente en las prácticas ceremoniales de Moquegua (segunda mitad del siglo XVI) ligado a la agricultura, a diferencia de otras villas y pueblos del virreinato peruano, inclusive del interior de la región cuyo santo patronal es San Isidro Labrador. San Bernabé también es considerado el santo patrón de la vitivinicultura y no San Vicente como fue la costumbre española. Moquegua presenta la excepción, es el único caso donde se asocia a San Bernabé con las funciones agrícolas y con la vitivinicultura.
El culto a San Bernabé fue el más importante de la villa de Moquegua, perdiendo importancia al mediar el siglo XIX. En numerosos escritos del Cabildo se hallan claras referencias a su culto y de las disposiciones a la festividad; en una, la de 1733, se acusa al pueblo que su falta de devoción originó un descenso en el cultivo de la vid y en la venta del vino y del aguardiente. El culto estuvo tutelado por los Jesuitas y luego de su expulsión en 1767, el patronato del altozano y de la Capilla a San Bernabé pasó a la Junta de Temporalidades y luego recayó en los Franciscanos.
En el altozano de San Bernabé, situado en el camino real que llevaba al río, se hallaba erigida una pequeña ermita dedicada al santo que permaneció hasta el sismo de 1868. La primera capilla advocada a San Bernabé se levantó en barro y caña en lo alto del cerro homónimo, en una fecha temprana. Esta pequeña capilla fue demolida, la imagen fue resguardada en la iglesia de Santa Catalina hasta que se finalizó el santuario en el año de 1596; la obra en su integridad fue solventada gracias al donativo obrado en vida por don Gazpar Fernández de Lugo y Cabeza de Vaca. Posteriormente la imagen se trasladó a la iglesia La Matriz, de ahí era conducida una vez al año hasta su santuario. Según el comerciante y cronista alemán don Heinrich Witt la iglesia Matriz estuvo advocada a San Bernabé, así consta en su Diario de 1824-1890. Después del gran sismo de 1868 que trajo abajo a La Matriz, la imagen o lo que quedó de ella posiblemente se resguardó en la iglesia de Santo Domingo, donde se perdió todo rastro de ella.
La festividad se sostenía por un solemne juramento efectuado por los vitivinicultores moqueguanos, según registro hallamos que para su celebración se destinaba un cuartillo de peso por cada botija de vino que se cosechaba, dicho fondo servía para costear los gastos. La celebración al Santo Patrón se realizaba el 11 de junio; esta iniciaba con una misa solemne celebrada en la iglesia de Santa Catalina y más adelante en La Matriz. Luego de la ceremonia religiosa la imagen del santo era trasladada en un anda adornada con flores y era portada en los hombros de los ricos hacendados, en procesión solemne, hasta la ermita en la cima del altozano de San Bernabé. La procesión tenía dos estaciones, la primera se situaba frente al antiguo cabildo, al lado izquierdo de la cárcel, en la esquina de la plaza principal; las autoridades políticas y civiles bajo un arco bellamente decorado con flores y portada flanqueada con los estandartes de la villa y de España, recibían la procesión y mostraban su respeto al Santo Patrón. La segunda estación se llevaba a cabo al pie del altozano de San Bernabé, les recibía otro arco conmemorativo confeccionado especialmente para tal fin, hecho de madera y decorado con ramas, flores y frutas; el cortejo ascendía hasta la cima donde se erigía la ermita y el altar adornado con flores, se elevaban plegarias y luego la imagen retornaba a La Matriz. Terminando el acto solemne se daba inicio a la feria que tenía lugar en la plaza y a las fiestas familiares realizadas en la villa o en las haciendas. En la celebración era común la degustación del vino y del pisco, los licores y macerados, así como de los bollos regionales, la pastelería, colaciones y demás potajes.
Sobre la festividad el primer historiador de Moquegua, el presbítero don Juan Antonio Montenegro y Ubaldi, anota: “Yo la vi hacer por una vez el año de 1808, salió en procesión el santo hasta la cima del cerro llamado San Bernabé, se iban turnando las haciendas desde el principio del valle hasta el fin de él, en un cuartillo por cada botija de vino, recogiendo el comisionado lo que era bastante y señalado para la fiesta. El altar en 1808 lo hizo José Nicolás Montenegro, que fue regidor decano en 1833”.
Según el comerciante y cronista alemán don Heinrich Witt la iglesia Matriz estuvo advocada a San Bernabé, sí consta en su Diario de 1824-1890.
(Tomado de “Moquegua, entre vinos y piscos”. Moquegua 2017, págs. 104, 105, 115)

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